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Muchas personas se plantean introducir nuevos hábitos en sus vidas bien por voluntad propia o bien por “consejo” de los más allegados.

Saben, que les vendría genial ponerse manos a la obra y transformar todo aquello que les resta en sus vidas, incorporar el hábito de ir a dormir pronto, o el de levantarse más temprano, coger el hábito de comer equilibrado, ser consciente de las emociones que rigen su día a día……

¡Sus vidas cambiarían!, alcanzarían todos esos objetivos que siempre han soñado:  dormir más, ser más productivo, tener una buena silueta… ¡se sentirían genial!

Entonces, ¿por qué en muchas ocasiones nos resistimos a los nuevos hábitos?

La respuesta es muy sencilla:

Si quieres transformar algunos de los hábitos que ya tienes o quieres implantar nuevos hábitos debes……

Controlar tu mente

El motivo principal de nuestra resistencia es que nuestro cerebro intenta protegernos de las adversidades y cuando se nos plantea la posibilidad de enfrentarnos a algo desconocido, “nuevo” para nosotros, aparecen todas las resistencias internas posibles, con la única intención de mantenernos a salvo.

Con sólo plantearnos el cambio de hábitos, aparece una vocecita en la cabeza que nos recuerda:

¿Pero tú dónde vas? ¿Tú no eres capaz?

Emociones como el miedo y la incertidumbre nos invaden y rápidamente empezamos a reforzar esa voz interior y nos decimos algunas cosas como:

No es la primera vez que lo intento y nunca lo he conseguido.

Prepárate porque vas a pasar mucha hambre comiendo así.

Si es que es verdad, yo no voy a poder.

¿Meditar? Yo no puedo estar sentado ahí sin hacer nada, con todo lo que tengo yo que hacer.

Pues bien, nos diremos a nosotros mismos todo aquello que nos aleja del cambio y de la transformación ¿para qué? pues para ponernos en alerta ante lo desconocido no vaya a ser que salgamos mal parados de nuestra nueva aventura de transformar o implantar nuevos hábitos.

Al ser humano le gusta “lo conocido” “lo habitual” tenerlo todo bajo control.

Otras veces la resistencia aparece porque en muchas ocasiones intentamos implantar hábitos de manera incoherente.

Nuestros hábitos deben estar en congruencia con nuestros objetivos, valores y habilidades.

De nada sirve que de un día para otro nos planteemos salir a correr 10 km si nunca hemos hecho deporte o decidamos levantarnos a las 6:30 de la mañana para ser más productivos cuando nos dan las 2 de la mañana en el sofá viendo series.

Hay que hacer un trabajo interno, establecer objetivos, analizar nuestros valores y principios, saber con que habilidades contamos y cuales hay que adquirir y que todo ello sea congruente con nuestro día a día.

Esta es la única estrategia que nos llevará a la transformación o implantación de un hábito.

Otro pensamiento que nos llega a la mente en el proceso de transformación o implantación de hábitos son las experiencias vividas. Si tu mente asocia ese hábito a un fracaso anterior, intentará hacerte sentir, todo aquello que te provocó el no conseguirlo anteriormente, por lo tanto, te llenarás de sentimientos y sensaciones negativas y la resistencia aparecerá.

Tu mente debe ser tu principal aliada. Se consciente de los pensamientos que llenan tu vida.

Cada cierto tiempo debes, revisar nuestros hábitos, aquellos que mantienes desde que tienes uso de razón o aquellos que por arte de magia has adquirido en los últimos años, y retate a cambiarlos.

Eleva tus estándares, haz diferente lo habitual y conseguirás nuevos resultados para ir más allá de ti misma. ¿Te atreves?

Hazlo y disfruta el proceso. Enfréntate a tus nuevos hábitos como un reto no como un suplicio

No te castigues si fallas, si no lo consigues a la primera, si te equivocas…. Repite una y mil veces tus nuevos hábitos, y cuando estés extenuado de tanto repetirlos, sigue haciéndolo hasta que formen parte de ti.

fuerza interna harán posible el cambi

Tu cerebro aprende cualquier cosa, tan solo necesita entrenamiento.

Revisa tus hábitos, no caigas en la monotonía, haz cosas diferentes y obtendrás resultados diferentes.

Mantén a raya a tu mente.

Besos Laura

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